EL HUMANISMO SOCIAL DE CALVINO (1993)
Salatiel Palomino Lopez
Simposio sobre "Perspectivas del Pensamiento Calvinista para la Iglesia Contemporánea" Seminario Teológico Presbiteriano de México
30 de abril-1º. de mayo de 1993
Simposio sobre "Perspectivas del Pensamiento Calvinista para la Iglesia Contemporánea" Seminario Teológico Presbiteriano de México
30 de abril-1º. de mayo de 1993
Crítica de la pirámide
Nuestro mundo moderno está construido sobre una aberración social de dimensiones colosales que sacrifica la inmensa mayoría de los humanos al criterio idolátrico de la máxima ganancia en el desenfrenado juego de las fuerzas deshumanizantes del mercado "libre." Se han hecho concurrir las fuerzas constructoras de los seres humanos en la erección de una magnifica estructura civilizatoria perfeccionada con la precisión de la tecnología moderna para servir a los intereses del fundamentalismo capitalista y neoliberal.
A diferencia del "Quinto Sol" de los aztecas, que, como ha dicho Octavio Paz, constituía el mito que presidía la historia azteca, el siglo XX ha realizado una operación de signo inverso; ahora "la historia es el mito que nos guía." Y agrega Paz: “Ese mito es ideológico y se presenta como una creencia: unos hombres y unas burocracias conocen el sentido de la marcha de la historia, tiene la clave de los acontecimientos y son los dueños de las llaves que nos abrirán las puertas del porvenir. Es un mito que ha usurpado la autoridad de la ciencia. En su nombre, tiranos pedantes han cubierto medio planeta con campos de concentración”.
Para Paz, la pirámide azteca provee la pista para entender la historia de México desde el culto sacrificial de Quetzalcóatl hasta la masacre de Tlatelolco. En realidad, esta visión de la historia se aplica al conjunto todo de nuestra civilización y de su manera de organizar la existencia social, de modo que el sacrificio perenne de millones y millones de seres humanos pueda mantener vivo a Mamón. En el altar de la deidad, en lo alto de la pirámide civilizatoria y mercantil, los seres humanos son inmolados en aras de aquello que mantiene vivo el sistema del consumo materialista e inhumano.
El sociólogo estadounidense Peter Berger también reflexiona sobre la forma en que la historia de todos los tiempos puede ser descrita por la imagen de la descomunal pirámide de Cholula y sus diferentes niveles de construcción. Olmecas, toltecas, aztecas, españoles, mexicanos y estadounidenses han contribuido al proceso constructivo, siempre sacrificando al pueblo pobre, al campesino, al obrero, que ha provisto la mano de obra gratuita y forzada que ha levantado la pirámide así como también ha provisto la sangre que se ha derramado sobre sus altares. La pirámide provee una metáfora de "las relaciones entre la teoría, el poder y las víctimas de ambos;" es decir, entre "los intelectuales (sacerdotes), los que detentan el poder y moldean el mundo conforme a las definiciones, y los otros que son llamados a sufrir las consecuencias de ambas empresas."
Para la conciencia evangélica, esta mayúscula anomalía social sobre la que descansa el andamiaje opresor del mundo moderno es radicalmente contraria al designio de Dios y a su voluntad benévola de vida abundante para todos los seres humanos. Por ello, la perspectiva cristiana de la manera de ordenar la existencia social se levanta —para usar la metáfora de Octavio Paz— como una "crítica de la pirámide" en cuyos altares se sacrifica la vida de aquellos por quienes murió Cristo.
Es decir, se trata de una robusta protesta que aspira a la transformación o reforma de esta monumental e inicua liberación de sangre inocente que representa el sistema social y económico que pretende ignorar la voluntad de Dios. Ahora bien, la sociedad capitalista de nuestros días es una versión paganizada, secularizada y perfeccionada tecnológicamente de la misma aberración social y moral erigida durante la Edad Media en nombre del cristianismo.
La visión de un mundo construido jerárquicamente, en cuya cúspide un individuo con pretensiones semidivinas ostentaba el poder sobre la esfera espiritual y aun sobre la temporal, con autoridad para ligar inclusive las conciencias, la visión de un mundo que oprime y devora al pueblo sencillo con el fin de construir fastuosas catedrales y poderosas cúpulas de poder, fue precisamente la visión contra la cual se levantó la Reforma protestante en el siglo XVI.
De la metafísica a la antropología
Juan Calvino, debido a la convergencia de su formación humanista y de su pasión evangélica, fue poseedor de una visión esencialmente opuesta a la medieval respecto de la composición, organización y funcionamiento de la sociedad. Como abogado jurisconsulto y como hombre de letras atraído por los modernos movimientos humanistas y las nuevas corrientes filosóficas, se vio inclinado a la consideración de los grandes problemas del humano y de la sociedad de su época. Como cristiano cautivado por el poder soberano de un Dios misericordioso que en Cristo justifica a las gentes sin atender a méritos religiosos ni a distinciones sociales, abrevó en las inmensas y ricas fuentes de las Santas Escrituras, percibiendo en ellas la proporción universal de los planes y proyectos de Dios para la humanidad.
De esta suerte integró Calvino una visión vastísima, y profunda a la vez, de la naturaleza humana, de la sociedad y del evangelio. Para Calvino, la reforma de una sociedad distorsionada por el pecado constituía una tarea esencial para posibilitar y para mantener viva la predicación del evangelio de la gracia y de la gloria de Dios en el mundo. Para ello hubo de introducir una profunda ruptura en el tejido religioso, intelectual y político que consolidaba la unidad monolítico del edificio medieval.
Mediante esta operación, la reforma de Calvino contribuyó al derrumbamiento de la cosmovisión metafísica escolástica y su correspondiente construcción social de la realidad. Tal cosmovisión, fundamentada sobre la ideología de "la cadena del ser" --según la cual el cosmos entero y todas las cosas participan de una jerarquía descendente de emanaciones del ser originario--, fomentaba una estructura social de tipo piramidal, autocrático.
Con la indiscutible superioridad ontológica de los príncipes y la aristocracia presididos por el papa, se consolidaba la alianza de cristiandad en que el estado y la iglesia se las arreglaban para mantener un orden de cosas en que los bienes de consumo, los frutos del trabajo, las riquezas y el bienestar viajaban en sentido ascendente para beneficio de las clases opulentas en la parte superior de la pirámide social. Es decir, la sociedad medieval confrontada por Calvino era una gran pirámide sacrificial que s alimentaba de la sangre del pueblo oprimido y exprimido por el clero y por las clases dominantes.
Contra esta cosmovisión metafísica, opresora, tiránica, deshumanizante, la Reforma introdujo un nuevo paradigma hermenéutico que interpretaba la realidad mediante una nueva cosmovisión con su correspondiente epistemología y con su propio modelo espiritual-religioso y socio-político de carácter evangélico. Iluminada por la luz de la revelación de la gloria majestuosa del Dios soberano cuya honra está en juego en la historia humana, la Reforma descubrió a las gentes como objeto de la gracia de Dios en Cristo y como sujeto de la acción histórica que por la obediencia evangélica lleva adelante la voluntad de Dios para la sociedad.
De esta manera se incorporó una visión más humana dentro de esquema teológico de la Reforma y orientó su acción hacia la reforma de la sociedad. Así pues, se instauró una transición de la metafísica a la antropología, de la onto-logía a la exégesis histórica, de la especulación metafísica a la exigencia ética de carácter infinito. Esto es lo que Gilbert Vincent ha llamado la transición calviniana de una "lógica cosmológica" a una "lógica ética." Así surgió el humanismo social de Calvino; es decir, lo que se considera su visión de la humanidad en el contexto del orden divino para la transformación y construcción de la sociedad en conformidad al evangelio del reino.
Esta cosmovisión se preocupaba por los seres humanos concretos inmersos en la compleja red de relaciones humanas, sociales, políticas, culturales, económicas; era entonces una visión evangélica —que comunicaba la gracia redentora total de Dios para el ser humano—, liberadora —que redimía a las gentes de bajo el yugo medieval de la tradición que esclavizaba las conciencias— y humanizadora —que devolvía a los seres humanos su lugar en la historia y en la toma de decisiones que afectaban el sentido y la orientación de su vida—.
Esta nueva visión se basó en la recuperación de la Escritura como el espacio único en que Dios revela su voluntad en la historia de las personas; se estructuró en torno a la urgencia moral que brota de la Palabra portentosa del evangelio de la justificación únicamente por la fe que exige la justicia interhumana como demanda del Dios soberano que en Cristo redime integralmente a la humanidad por su sola gracia.
Piedad eclesiástica y proyecto histórico
La Reforma protestante aparece históricamente asociada a muchos otros factores de carácter político, literario, filosófico, cultural o social. En todos ellos se respiraba un clima de lucha, de insatisfacción y de reforma —p.e las revueltas de los campesinos, el nominalismo franciscano o las protestas de los humanistas—. Sin embargo, fue la Reforma protestante la que logró desencadenar las fuerzas formidables que dieron un vuelco al mundo medieval y cambiaron la dirección de la historia impulsándola hacia la era moderna. Este hecho demuestra las vastas dimensiones y facetas de la Reforma.
Sin embargo, no podemos deducir de ello que Calvino haya sido esencialmente un activista social, porque esto significaría falsificar su persona, su función y su ministerio; ni podemos concluir tampoco que la Reforma haya sido un mero movimiento cultural, político o económico, pues esto significaría mal interpretar su verdadero carácter. Aunque Calvino influyó determinantemente en el rumbo de la vida toda de su sociedad, y en particular de Ginebra, de modo que se le ha llegado a considerar como el "exitoso ingeniero social de su tiempo," es muy importante colocar su labor bajo una perspectiva adecuada.
La preocupación de Calvino fue esencialmente espiritual o religiosa. Cuanto hizo estuvo presidido por su pasión evangélica de vivir, luchar y actuar para la gloria del soberano Dios que había cautivado su corazón y su alma. El reformador se consideró fundamentalmente y antes de nada un "ministro de la Palabra de Dios." Su reforma, por tanto, acontece principalmente como una obra de transformación al interior de la iglesia cristiana, en el centro mismo del campo religioso medieval que era, sin embargo, el corazón estratégico de toda estructura social, cultural, política y económica de la época.
Como bien dice Richard Shaull, la Reforma fue "fundamentalmente un movimiento de liberación espiritual que penetró en aquel tiempo y lugar y que, por su misma naturaleza, tuvo vastas implicaciones en muchas otras áreas de la vida." De la misma manera afirma respecto de Lutero: La lucha de Lutero por la liberación fue “…una lucha religiosa que se llevó a cabo dentro de los límites de la Iglesia. Pero los hombres y las mujeres que asumieron esta profunda transformación espiritual comenzaron a ver el mundo que los rodeaba en una nueva forma y a actuar de manera diferente. Al hacerlo así contribuyeron decisivamente a la conformación de nuestro mundo moderno...”.
Esta apreciación pone a la Reforma en su perspectiva adecuada. Ciertamente, Calvino aspiró y se dedicó a la reforma total de la sociedad de su tiempo, no solamente a la reforma de la iglesia; sin embargo, colocó a la iglesia en el centro mismo de aquel proyecto. Desde aquí partió ese esfuerzo dinámico y transformador que significó un encuentro con la voluntad de Dios en la historia de los seres humanos y su llamado a una perenne reforma de toda estructura que niega o que hace violencia al propósito liberador integral de Dios en Cristo. En otras palabras, la piedad que Calvino expone por ejemplo en su Institución de la Religión Cristiana aparece en la epístola dedicatoria al rey, Francisco I, según afirma David Willis, como "un manifiesto a favor de un movimiento, como un esfuerzo apasionado y serio de persuadir (al pueblo y al rey)... de la verdad de la fe evangélica y de su importancia para la formación de una sociedad justa."
A la luz del contexto histórico, la summa pietatis expuesta por Calvino es precisamente "lo opuesto a la devoción individualista en que ha venido a parar la 'piedad';" ésta se refiere más bien a aquella adoración del verdadero Dios que "pertenece al bienestar de la sociedad." En la perspectiva reformada, por tanto, la verdadera piedad celebrada y vivida en la iglesia del Señor implica un proyecto de históricas. El evangelio contempla y promueve, teniendo como centro su propia dinámica espiritual, una nueva sociedad.
El proyecto de Calvino reconoce y aprovecha así el valor de las fuerzas espirituales y religiosas para generar transformaciones históricas. En este sentido se anticipa a ciertas correcciones y desarrollos teóricos del marxismo reciente. Este último ha reconocido, contra la teoría ortodoxa de Marx, que la religión no es simplemente un epifenómeno de la infraestructura económica subyacente, sino un factor histórico con una relativa autonomía que, como lo muestra Otto Maduro, en ciertos casos ha llegado a representar la única fuerza de cambio a favor de los grupos marginados. Este hecho había sido demostrado, en la práctica, por Calvino y en la teoría —si bien de manera muy controversial por su ideología capitalista— por Max Weber.
De modo entonces que en la perspectiva humanista y social de Calvino, una verdadera, profunda y adecuada reforma de la sociedad no puede prescindir de la aportación espiritual de la piedad robusta y comprometida experimentada por una iglesia fiel a las demandas del evangelio.
La reforma ginebrina: piedad calviniana en acción
Ha quedado claro que cuando hablamos de la reforma de Calvino pensamos no solamente en la reforma de la iglesia, sino en la de la sociedad ginebrina en su totalidad. La práctica calvinista de la fe evangélica hizo sentir su impacto en todas las esferas privadas y públicas de la sociedad ginebrina. Podríamos resumir dicho impacto en las siguientes breves afirmaciones que servirán para provocar la reflexión y la discusión.
1. Ginebra constituyó un ejemplo concreto de reforma eclesiástica y social debido a la integración, lograda por vías pastorales, entre la ortodoxía y la ortopraxis. No solamente se persiguió la pureza de la enseñanza bíblica, sino que se dio a la doctrina su expresión práctica en la obediencia diaria de la palabra soberana de Dios a través de una correcta manera de vivir.
Mediante la disciplina eclesiástica se consolidó la relación y unidad entre la doctrina y la práctica cristianas, ya que para Calvino "el fin de la regeneración es que en la vida de los fieles se vea armonía y acuerdo entre la justicia de Dios y la obediencia de ellos; y que de este modo, ratifiquen la adopción por la cual han sido admitidos en el número de sus hijos."
2. Al desplazar el centro de la autoridad espiritual del papa a las Escrituras, la Reforma introdujo una ruptura política subvirtiendo el orden jerárquico medieval encarnado en la estructura monolítica del catolicismo institucional. Surgió así un cristianismo politizado que incluyó en casi todas sus confesiones por primera vez la discusión sobre el estado, el magistrado civil o el poder temporal.
El calvinista emergió como un amante y defensor de la libertad en la sociedad y en la conciencia, constituyó los primeros modelos de participación política en el espíritu de la igualdad y la democracia, se pronunció y levantó contra la tiranía y propició la asunción ordenada del destino político por parte del pueblo. Enfatizando la verdad bíblica de la imagen de Dios en todos los seres humanos, despreció la s pretensiones aristocráticas y eliminó estructuralmente la posibilidad de que surgieran nuevas tiranías en tierras reformadas.
Hoy día existe la necesidad de rechazar la tendencia burguesa conservadora del calvinismo ulterior, la de recontextualizar en nuestra situación la reflexión en torno al problema político en la perspectiva del calvinismo y la de recuperar su carácter liberador.
3. Como fruto del humanismo social presente en el pensamiento y en la práctica de Calvino, se gestó la recuperación de las relaciones sociales en el espíritu del evangelio. La disciplina eclesiástica, en la expresión del minsiterio diaconal, contribuyó a instrumentar la redistribución de los frutos del trabajo, de la creatividad humana y de los bienes materiales, creando así una nueva sociedad más justa, más igualitaria y orientada hacia la eliminación de la miseria, la provisión para los pobres y la incorporación de todas las gentes en el proceso productivo y distributivo de los bienes en Ginebra.
4. Bajo el impulso de Calvino, se dio en Ginebra un avivamiento de la educación popular y aun de la erudición y el gusto por las artes, las ciencias y el conocimiento en general. Siendo como era, uno de los más ilustrados y eruditos hombres de toda Europa, él imprimió un carácter serio y distinguido a la formación intelectual de ministros y universitarios de todo tipo. De esta manera, la Reforma habría de contribuir poderosamente al surgimiento de una nueva era que superaba el oscurantismo medieval y creaba las condiciones necesarias para el nacimiento del mundo moderno.
La transformación de la cultura fue un fruto de esta actitud en que el evangelio penetró todas las expresiones del espíritu humano. Sin caer en el humanismo ateo o autónomo, el calvinismo fue siempre aliado de la lucha intelectual humanista e hizo florecer así la modernidad. En sus conferencias de 1898, Abraham Kuyper, una de las figuras más sobresalientes del calvinismo holandés, señala precisamente la contribución reformada a las ciencias y las arte en el mundo moderno. En cuanto a las primeras, precisa que, el calvinismo "primero,.. fomentó y no podría haber dejado de hacerlo, el amor por la ciencia, en segundo lugar, liberó a la ciencia de cadenas no naturales y en cuarto lugar, ... buscó y encontró una solución al inevitable conflicto científico."
En cuanto al arte, Kuyper reconoce que el calvinismo ni fue capaz ni se le dio la oportunidad de desarrollar un estilo artístico propio debido a su propio principio religioso. Pero de haberlo desarrollado, "se hubiera deslizado hacia un nivel inferior de vida religiosa. Al contrario, su más noble esfuerzo consiste en liberar aún más a la religión y a la adoración divina de su forma sensual y estimular su vigorosa espiritualidad." Esto no obstante, la contribución del calvinismo consiste en haber impulsado el arte liberándolo de ataduras ajenas a su propia naturaleza y en reconocer, como lo hizo Calvino, que los dones del Espíritu Santo han sido derramados aun sobre los no creyentes cuyos talentos artísticos deben ser reconocidos en la iglesia como bendiciones divinas.
Un cristianismo transformador
Nicholas Wolterstorff, erudito reformado contemporáneo, considera que hay dos tipos de religiosidad. Uno de ellos manifiesta una aversión hacia el mundo por considerarlo inferior y se aleja de él. El calvinismo, al contrario, no es ultramundano por naturaleza, sino que aun reconociendo un elemento inferior en nuestra existencia, no la menosprecia, sino que aspira a reformarla. Es por ello una religión del tipo que Wolterstorff llama "cristianismo transformador" o "cristianismo formativo del mundo."
Esta perspectiva religiosa que no reduce el evangelio a un mero ejercicio de piedad privada e individualista sino que asume la tarea de historizarlo (es decir, de hacerlo real dentro de la historia), es propio del genio reformado y se debe a la impronta que le impartió Juan Calvino. Entre las fuerzas y elementos que determinaron este espíritu en el calvinismo podemos destacar las que a continuación se mencionan.
1. Su concepción teológica de la existencia
Para Calvino, "El conocimiento de Dios en cuanto es creador y supremo gobernador de todo el mundo" constituye precisamente el punto de arranque de la teología. El Dios que se nos revela en la Escritura y que cautivó el corazón de los reformadores es un Dios magnifico y glorioso, un Dios soberano que somete bajo su señorío toda la creación y que lleva a cabo su voluntad en todas las esferas de la vida y la existencia de los seres humanos. No hay detalle humano e histórico que se esconda a su vigilancia, providencia, gracia y juicio.
Así pues, el evangelio de la Reforma no consiste en ofrecer una consolación religiosa barata, sino en enrolar a los creyentes en la obediencia total a la voluntad de Dios para con el mundo, la sociedad y la eternidad. Dice Calvino al principio de la Institución:
No bastará entender de una manera confusa que hay un Dios, el cual únicamente debe ser honrado y adorado, sino que también es menester que estemos resueltos y convencidos de que el Dios que adoramos es la fuente de todos los bienes, para que ninguna cosa busquemos fuera de Él. ... también es menester que creamos que en ningún otro fuera de Él se hallará una gota de sabiduría, luz justicia, potencia, rectitud y perfecta verdad, a fin de que, como todas estas cosas proceden de Él, y Él es la sola causa de todas ellas, así nosotros aprendamos a esperarlas y a perdírselas a Él, y darle gracias por ellas. Porque este sentimiento de la misericordia de Dios es el verdadero maestro del que nace la religión (I.ii.1).
…el conocimiento que de Él tenemos nos debe primeramente instruir en su temor y reverencia, y después nos debe enseñar y encaminar a obtener de Él todos los bienes, y darle las gracias por ellos. Porque ¿cómo podremos pensar en Dios sin que al mismo tiempo pensemos que, pues somos hechura de sus manos, por derecho natural y de creación estamos sometidos a su imperio; que le debemos nuestra vida, que todo cuanto emprendemos o hacemos lo debemos referir a Él? (I.ii.3).
Esta convicción espiritual, engendrada en el corazón creyente por el mismo Dios que se ha revelado, de que todas las cosas en la existencia son remitidas a Dios y envueltas bajo su soberanía, se halla en la raíz del genio evangélico transformador que caracterizó a la Reforma. Su comunicación de la fe y su concepto de misión no se reducía a ganar adeptos o seguidores para una "nueva" religión; más bien, su sentido de la evangelización consistía en una comunicación de la verdad con profundidad y seriedad teológicas.
2. La centralidad de la tarea exegética y hermenéutica
Calvino, de acuerdo con los reformadores de la generación anterior y de los de su época, tomó una decisión metodológica que asignó a la Biblia un lugar central y normativo en la tarea teológica, litúrgica y práctica de la iglesia. Con la exposición e interpretación de las Escrituras como el oficio fundamental de la iglesia reformada, la inteligencia de la fe fue liberada de la limitación y esclavitud de las tradiciones. La predicación y transmisión de la fe debía entonces ajustarse a la comunicación de "todo el consejo de Dios" y esto le proporcionó su amplia e ilimitada visión.
La fe no quedaba así limitada a la reproducción de tal o cual escuela de pensamiento religioso, enseñanza favorita del predicador o manual disponible para la instrucción, elementos todos limitados y prejuiciados por necesidad. Así se expandió el horizonte de la proclamación y comprensión de la fe, enriqueciendo su contenido, ensanchando su visión y fortaleciendo su voluntad de obediencia.
La tarea de interpretar la voluntad de Dios para la iglesia en su momento y lugar específicos, recurriendo a una exégesis seria y procediendo a una hermenéutica pertinente que tomaba en cuenta el contexto histórico de la comunidad de fe, redimensionó el sentido de la vida y la misión de la iglesia adecuándola a la necesidad de la sociedad y el mundo de la época. Esto dio a la iglesia reformada su capacidad de involucramiento y de compromiso activo en las luchas de la sociedad.
3. Conciencia de la relación del discurso teológico con la realidad social
Al romper con el esquema escolástico de reflexión teológica, abstracto, Calvino se volvió a la vida real y al contexto social como el ámbito en el que ha de resonar la Palabra de Dios. Así se inició un nuevo paradigma de reflexión teológica que, tomando en serio la palabra de Dios en su soberanía y autoridad, dinamizó la teología con la referencia necesaria la contexto social al que se dirigía. La teología ya no se haría en abstracto, sino en su referencia concreta al mundo y en su demanda de acción práctica para transformarlo.
He aquí una de las claves de la gran influencia de la teología de Calvino.
4. Convergencia metodológica y programática del conocimiento de Dios y el conocimiento de nosotros mismos: correlación teología-antropología
Pocos predicadores y teólogos han predicado o escrito con más unción y piedad devocional que Calvino. En esto, como ha mostrado Thomas F. Torrance, se revela la influencia de la devotio moderna, "esa piedad humilde, práctica y esencialmente humilde que, proveniente de los Hermanos de la Vida Común en Holanda, se había extendido a Francia a través de una serie de Instituciones educativas semimonásticas."
La obra De Imitatione Christi, de Thomas à Kempis dejó una huella imborrable en la fe de Calvino. La experiencia y comprensión del reformador ginebrino acerca de la presencia soberana y majestuosa de Dios, así como su compromiso inquebrantable de mantener incólume la gloria de su Señor han parecido a muchos críticos rasgos tan exagerados de Calvino que llegan al punto de nulificar lo humano en la religión, y de promover una concepción muy pesimista del ser humano. Sin embargo, su antropología tan honesta y realista -simplemente verificada por el pensamiento posterior al reformador - es acompañada por una visión igualmente vigorosa y enaltecida de la potencialidad del humano que se entrega al cumplimiento de la voluntad divina.
En realidad, pocos teólogos han comprendido de manera tan profunda tanto la miseria como la grandeza del género humano; y mucho menos aún han sido capaces de exhibir al potencialidad humana y de ponerla en movimiento para la reforma y transformación de la historia. Para Calvino, las capacidades y potencias del ser humano para ser sujeto histórico y agente de cambio radican en el hecho de que en él reside la imagen de Dios. Aunque distorsionada por el pecado, dicha imagen es restaurada en Cristo y de esta manera la persona es transformada en un nuevo ser: el santo protestante decidido a cumplir la voluntad de Dios y a no permitir que cualquier otro humano quiera enseñorearse de su hermano e igual.
Se inicia así una colaboración entre Dios y sus siervos y siervas que mantiene la correlación entre teología y antropología en un plano práctico y aun nivel histórico. Esta correlación constituye una clave y una premisa fundamental en el pensamiento del reformador que habrá de poner en marcha su perspectiva humanista. Así lanza su proyecto con la famosa afirmación que abre la Institución:
Casi toda la suma de nuestra sabiduría, que de veras se deba tener por verdadera y sólida sabiduría, consiste en dos puntos: a saber, en el conocimiento que el hombre debe tener de Dios, y en el conocimiento que debe tener de sí mismo. Mas como estos dos conocimientos están unidos y enlazados entre sí, no es cosa fácil distinguir cuál precede y origina al otro, pues en primer lugar, nadie se puede contemplar a sí mismo sin que al momento se sienta impulsado a la contemplación de Dios, en el cual vive y se mueve (I.i.1).
Por otra parte, es cosa evidente que el hombre nunca jamás llega al conocimiento de sí mismo, si primero no contempla el rostro de Dios y, después de haberlo contemplado, desciende a considerarse a sí mismo (I. i. 2). Por tanto, aunque entre el conocimiento de Dios y el de nosotros mismos haya una gran unión y relación, el orden para la recta enseñanza requiere que tratemos primero del conocimiento que de Dios debemos tener, y luego del que debemos tener de nosotros (I. i. 3).
De modo que es sólo por razón del orden que ha de seguirse para facilitar la recta enseñanza que se debe empezar por el conocimiento de Dios. De otro modo, teología y antropología van de la mano. Y al conocimiento y gloria del Altísimo se suma necesariamente el mundo de los humanos y su acción para hacer evidente la gloria de Dios en el escenario histórico en todas sus dimensiones.
5. La formación humanista de Calvino
La vasta perspectiva intelectual de Calvino y su amplia visión del sentido de la Reforma tienen, sin duda, otra fuente de inspiración: el humanismo que influyó en su educación. Calvino debió en las aguas del movimiento literario y filosófico más importante de su tiempo, aprendiendo de notables eruditos y en contacto con círculos intelectuales de renombre. Desde muy joven tuvo oportunidad de asistir a las universidades y escuelas más notables; allí recibió enseñanza de literatos, filósofos y jurisconsultos muy sobresalientes y se confrontó con las escuelas de pensamiento que prevalecían en la época.
En 1523, Calvino estudió en el Collége de la Marche bajo influencia de Mathurin Cordier. De 1524 a 1528 estudió en el Collége de Montaigu donde obtuvo su maestría en Artes. Además de profesores de poca visión como Tempete y Bédier, ahí recibió la influencia de la llamada Via moderna; este último representada por hombres como Antonio Coronel y John Major; este último fue uno de los más grandes filósofos medievales cuya perspectiva realista, lógica y crítica representaba la alternativa a la filosofía de Gabriel Biel, nominalista, psicologista, espiritualista, que influyó sobre Lutero. Calvino marchó a la universidad de Orleans de 1528 a 1529, donde estudió bajo Melchior Wolmar, abogado humanista de convicciones luteranas.
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